#ZEsos: Melissa Rosales, psicólogo infantil nos cuenta porqué el retorno a la escuela, no se debe tomar de forma apresurada por ninguna de las partes de las comunidades educativas
¿Retorno a la escuela? Acá te mostramos las conclusiones de Melissa Rosales @psicochamos acerca de este tema
Hace unos meses, en Venezuela se nos invitó a debatir sobre un próximo regreso a clases de nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes
Se sugirió que, dentro de la discusión, se tomara en cuenta el regreso paulatino de los distintos niveles educativos, así como la combinación de clases presenciales y clases por vía online. Frente a esta propuesta del gobierno, han surgido muchas respuestas que, en su mayoría, se caracterizan por ser de corte emocional.
Es comprensible, ya que se trata del bienestar de los niños, niñas y adolescentes, sin olvidar que la población de los jóvenes, viene siendo el grupo etario de mayor contagio del covid-19.
En las siguientes líneas, intentaré razonar sobre mi posición de posponer ese retorno, hasta tanto no se esté aplicando la vacuna contra el virus que, desde lo que se nos informa, sería para el próximo año.
Condiciones de nuestros niños, niñas y adolescentes
En los primeros momentos en que apareció el virus, algunos médicos infectólogos, al notar que: el mayor nivel de letalidad se ubicaba en las personas de la tercera edad, particularmente en aquellos que tuvieran patologías de base; un bajo nivel de contagio en jóvenes y un casi nulo contagio en niños, concluyeron que, si el virus se daba en los niños, su desarrollo sería leve, semejante a una gripe.
A medida que ha pasado el tiempo, y los conocimientos han evolucionado frente a este fenómeno inédito, tantos los niños como los adolescentes se pueden contagiar con una frecuencia baja, sin que esto descarte el peligro de sufrir fuertes reacciones. De hecho, ha habido casos de niños y adolescentes que han fallecido como consecuencia del virus. Ya los especialistas han venido explicando las causas de estos decesos.
Lo que, si podríamos considerar acá, es que no todos nuestros niños y adolescentes están completamente sanos, por lo que un posible contagio, traería síntomas fuertes. Muchos de ellos pudieran estar presentando patologías de base; algunas diagnosticadas por los médicos, como ciertas cardiopatías, asma bronquial, presión arterial alta, obesidad, malnutrición, sistema inmunológico débil, y otras no diagnosticadas, ya que pudieran aparecer durante la adolescencia como diabetes juvenil, cardiopatías, entre otras.
Por lo que el contagio con el virus, pudiera ser letal.
Importancia de la etapa de latencia
Si bien es cierto que la etapa de latencia, así llamada por S. Freud (6-7/12-13 años), es la más apropiada para la adquisición de los aprendizajes instrumentales como la lectura, la escritura, la aritmética y con estos, el de las demás áreas de conocimiento como la geografía, historia, ciencias, no quiere decir que una pausa de un año, vaya a alterar bruscamente la continuidad de estos aprendizajes.
Precisamente, la importancia de esta etapa es considerada por algunos especialistas, padres y representantes como argumento de peso para sugerir el regreso a clases, por lo que me voy a detener en la descripción de sus logros.
Se puede estimular desde otros contextos
Esto lo hago, para visualizar como los mismos se pueden estimular, en otros contextos de desarrollo como el familiar, el comunal, sin desvalorizar la importancia del contexto escolar y el retorno a la escuela cuando así sea.
En la etapa de la latencia, de cuya consolidación dependerá el futuro psíquico en la pubertad y la adolescencia, se destacan los siguientes logros:
- La capacidad de desplazar su energía psíquica hacia la búsqueda activa de conocimientos y experiencias, lo que favorecería la consolidación de su desarrollo cognoscitivo.
- La capacidad de establecer un equilibrio entre el control del placer/placer del control. El desarrollo moral y la normativa escolar le obligan a limitar el placer corporal directo y sus impulsos agresivos, canalizándolos por medio de actividades lúdicas. Son esenciales los juegos de despliegue físico, como correr, saltar, empujar, golpear, e incluso “pegar” dentro de lo permitido. También, encuentra placer en las actividades intelectuales como la lectura de cuentos fantásticos que le despiertan su imaginación.
- La capacidad de sublimación, la cual es el resultado de las anteriores, hace mención a la canalización y modulación de la pulsión agresiva en habilidades y actividades interesantes y productivas, lo cual le permitirá la adaptación y el interés por el mundo social y escolar. Así mismo, podrá transformar la impulsividad sexual y agresiva en afectos como la ternura, nostalgia y pudor y los contactos físicos moderados le permitirán modular todo un mundo de experiencias marcadas por la amistad y la empatía.
- La capacidad de integrar sentimientos ambivalentes. Su adaptación e interés por el mundo exterior, le ha permitido reconocer y tolerar las limitaciones y virtudes propias y las de los otros posibilitando la capacidad de evaluar y autoevaluarse de forma ponderada. Paralelamente, el estar implicado en actividades que requieran competir y reparar, rivalidad y complicidad, recibir y dar sin rencores, aceptar y restituir, le proporcionarán la base del reconocimiento de sentimientos de gratitud y de deuda.
- La capacidad de interiorizar figuras de autoridad confiables y estables. Al mismo tiempo que los niños van siendo más autónomos y se van separando progresivamente de sus figuras paterno-filiales, ocurre un acercamiento con adultos sustitutivos, quienes ejercerán funciones educativas, normativas e incluso afectivas. Esto les permitirá la interiorización de figuras sólidas de identificación “alcanzables”. Confiarán en que “quien sabe más”, puede ofrecer conocimientos, prácticas y estrategias para enfrentar la realidad. Si no se confía y no se espera nada de la capacidad del otro, el esfuerzo que necesita el aprendizaje requiera de mucho esfuerzo.
Para concluir, todo este conjunto de experiencias y vivencias durante la etapa de la latencia, es imprescindible para la consolidación y maduración de la personalidad. Si bien las vivencias dentro de la vida escolar son esenciales, en el ámbito del hogar y la comunidad se pueden estimular, tomando en cuenta la situación inédita que estamos viviendo y nos obliga a tomar precauciones para el retorno a la escuela